La hostelería murciana contra las cuerdas.

A día de hoy la hostelería murciana sigue completamente cerrada por tercera vez a causa de la pandemia de la COVID-19. Este tercer cierre está causando estragos en uno de los sectores que siempre ha sido un pilar fundamental de la economía murciana. La patronal Hostemur cifra en un 18% las pérdidas totales del sector, para que nos hagamos una idea esto quiere decir que 2.100 empresas que desarrollaban su actividad en nuestra Región han cerrado ya. Miles de proyectos personales y empresariales se han esfumado dejando tras de sí un escenario desolador de frustración, deudas y desempleo sin que desde ningún estamento gubernamental ya sea local, autonómico o nacional se les ofrezca una ayuda realista que pueda paliar aunque sea en parte el impacto económico de unas restricciones que se han focalizado exclusivamente en ellos. Además, las malas perspectivas sanitarias y la incapacidad manifiesta de nuestros gestores públicos no permiten al sector atisbar una recuperación importante a corto ni siquiera a medio plazo, lo que augura que la destrucción económica y laboral seguirá creciendo y hará que esos números que ofrece Hostemur puedan quedarse cortos en unos meses.

Este es el escenario que se percibe al hojear un poco la prensa, echar un ojo a las redes sociales, o al hablar con compañeros de trabajo o familiares. Yo he decidido profundizar un poco más y charlar con algunos cerveceros y hosteleros del mundillo craft para poder hacerme una imagen real de la situación actual, con los matices y testimonios que nos pueden aportar los que están sufriendo los efectos económicos de la pandemia en primer grado.


La zona de las tascas alrededor del barrio de Santa Eulalia es seguramente una de las más afectadas, junto con la plaza de las Flores, por el cierre hostelero, y desde luego donde más se nota en sus calles el cese de esta actividad. No se ve a gente por la calle, todas las persianas están echadas e impera un silencio general que impresiona. Beer Shooter mantiene su tienda abierta y Juan sigue al pie del cañón pese a que hay poco movimiento y que la venta de cerveza para llevar supone una pequeña parte del negocio total del establecimiento. Cree que son varios los negocios que van a cerrar definitivamente por la zona en este tercer envite, a pesar de eso él no se desespera, dice que si lo hiciera viviría en un estado permanente de depresión ante la incertidumbre que afronta el sector. Es lo peor, esa incertidumbre, ante esta situación uno no puede ni reinventarse. ¿Cómo vas a darle una vuelta a tu negocio, a cambiar el enfoque, si el escenario en el que estás trabajando cambia de la noche a la mañana?. Si tuviera claras unas previsiones medianamente estables, por malas que fueran, podría hacerse a la idea y trabajar para superarlas, pero así es imposible. Las ayudas que le han llegado son muy pocas, y por el contrario el alquiler o los seguros sociales se siguen pagando cada mes, además de que uno de sus empleados lleva 3 meses sin cobrar ERTE y le está echando un cable. El retraso y los errores que la administración está teniendo en la tramitación de estas ayudas es de locos, aunque esto tristemente es algo a lo que los hosteleros de la ciudad de Murcia están ya más que acostumbrados. Las licencias de apertura de establecimientos de hostelería están paralizadas desde hace muchos años en el municipio, y hay locales abiertos que llevan hasta 12 años con la licencia en trámite por cambio de titularidad, sólo un ejemplo de una administración fallida que pagamos entre todos. 


La pizarra del Shooter, da impresión vacía.
Otro ejemplo de esa ineficacia comentada anteriormente es el caso de La Isla, que abrieron este verano en la plaza de Santa Eulalia en medio de unas condiciones más que difíciles. Pues pese a solicitar licencia de cafetería, fueron propuestos para sanción por parte de la policía local de Murcia todos los días entre el 26 de agosto y el 20 de septiembre de 2020. Parece ser que ante el cierre del ocio nocturno la policía tenía instrucciones de denunciar a todos los locales abiertos que "parecieran" de copas, sin importarle el tipo de licencia que hubieran solicitado. En 26 ocasiones entró la policía al local, con público, a expedir una propuesta de sanción sin querer mirar los papeles del local. Ellos están tranquilos porque creen que las sanciones no irán a ningún sitio, pero ¡vaya manera más estresante de comenzar con un negocio!, y todo por la falta de comunicación entre el organismo que regula las licencias de apertura y la policía local. Como si la situación actual no fuera lo suficientemente complicada para que alguien te eche palos en las ruedas.

Yakka también tienen abierta su tienda física y online, además su distribución a tiendas y supermercados sigue activa, no así por supuesto su tap room ni la distribución en hostelería debido al cierre generalizado. La parte del negocio que permanece en marcha supone un 10% del total de la facturación de la empresa, esto es algo comparado con aquellos negocios que están actualmente a cero, pero demasiado poco para poder mirar al futuro con cierto optimismo. Aprovechan este tiempo para darle una vuelta a su tienda física y hacer algunas cervezas de edición muy limitada. Se quejan de que ahora mismo el mayor problema, más que el no tener ingresos (nadie los tiene) es que los gastos sigan al mismo nivel. Todo el impacto de las pérdidas lo tienen que absorber ellos, nadie se plantea por ejemplo, que las compañías de energía, o cualquiera otra que les proporcione algún suministro, asuman una parte de esas pérdidas en los contratos que tienen con negocios hosteleros. Parece que son el único eslabón que está soportando la presión de esta crisis, presión que viene por los dos lados, falta de ingresos y gastos corrientes, y que amenaza con romper la cadena, algo que ellos creen que le va a pasar muchos pequeños negocios, que no podrán aguantar. Recibieron una ayuda directa de 4.000€ que ya voló y ahora parece que podrán beneficiarse de alguna ayuda al alquiler, pero son muy críticos con Hostemur, a la que acusan de tibieza y de no incordiar a un gobierno con el que parece que tienen bastante afinidad cuando su sector se está yendo a pique. Gobierno regional que está aplicando cierres indiscriminados sin tener razones fundamentadas en cifras de contagios en hostelería, de hecho ni el colectivo de camareros ha sufrido muchos contagios ni se han cerrado locales porque haya habido brotes en ellos, además de que las estadísticas oficiales nos indican que las curvas de contagio no varían significativamente entre CCAA que tienen el sector cerrado y las que no. Entienden que se ha decidido cerrar la hostelería para que la gente no tenga ganas de salir a la calle, pero entonces si es por eso, ¿por qué tiene que pagar el pato un solo sector? En su caso también están muy preocupados por algunos empleados que están teniendo mil problemas para cobrar los ERTEs, perdidos en este océano de caos y confusión creado en el que nadie sabe nada, desde asesores hasta empleados del SEPE. De momento siguen sacando cervezas nuevas, que ya estaban en producción antes del último parón, y esperan aguantar cueste lo que cueste.


De vuelta al barrio de las tascas visito a Moisés en La Porchá, que tiene abierto el viernes por la tarde y ofrece la cerveza de sus cámaras para llevar. Gracias a la trayectoria del local se pueden permitir mirar al futuro sin un miedo extremo al cierre. La Porchá está abierto desde 2015 y han conseguido fidelizar a una clientela estable, que siempre responde cuando están abiertos. De no haber sido así no habrían podido afrontar las pérdidas acumuladas y ya habrían tenido que echar el cierre. También recibieron la ayuda de los 4.000€ de la comunidad autónoma que como en otros casos, se quedó corta, de hecho solamente en noviembre pagaron casi el doble entre impuestos aplazados, seguros sociales, etc con cero ingresos. Y hasta ahora siguen pagando los seguros sociales íntegros de los trabajadores que están en ERTE, aunque parece ser que al igual que en el primer estado de alarma, esos pagos se van a volver a suspender. Sus trabajadores no han cobrado el mes de diciembre, y al preguntar en el SEPE les han dicho que lo van a cobrar en febrero, sin más explicaciones.


Según Moisés este tercer cierre ha sido el peor, especialmente para los restaurantes que han tenido que comprar género y deshacerse de él ya en tres ocasiones. Hay gente que ya no puede aguantar más, que lleva perdiendo dinero durante todo un año y los gastos siguen. Algunos locales de la zona han pagado ya la licencia de las terrazas de todo el año teniéndolas cerradas. Ellos, en su otro bar La Porchá Urban Rock, siguen recibiendo facturas de EMUASA con estimaciones de consumo de unos 20 m3 al mes y cuota de basura estando cerrados desde marzo. Acumulan ya una buena deuda con un local cerrado por la normativa actual y a causa de esas estimaciones que se han realizado sin pasar por supuesto a tomar ninguna medición o sin tener en cuenta que no tienen actividad y por lo tanto no generan basura. Y todo esto se está traduciendo cada vez más en frustración y cabreo por parte de los hosteleros. Por un lado entienden que la situación sanitaria es difícil y requiere ciertas medidas, pero ven que el mínimo efecto que puede tener el hecho de que la hostelería esté cerrada se diluye tristemente ante la realidad de que todo lo demás está abierto y la gente está en la calle. Además están quemados con el trato que se le está dando a los locales de juego, que siguen ejerciendo su actividad de hostelería a la vista de todo el mundo. Y por todo ello van a empezar a poner demandas a la comunidad autónoma exigiendo el 100% de las pérdidas acumuladas en estos últimos meses.


Estas fotografías de bares cerrados, sin gente, son un reflejo de la situación que estamos viviendo, que es tan dura, en todos los ámbitos de nuestra vida. Las circunstancias sanitarias son de tal gravedad que nuestros gestores se han visto sobrepasados, sin herramientas, y han focalizado sus esfuerzos en cortar de raíz algo que los españoles tenemos muy dentro de nuestro ADN, el bar, la taberna, la tasca, el restaurante. Probablemente esta medida haya tenido cierta efectividad, no por el peligro en sí de los contagios en los locales y en sus terrazas, sino porque lleva a la gente a no salir de casa por no tener un lugar donde tomar una cerveza. Pero, de verdad, y si este es el caso, ¿es justo que se le exija este sacrificio a un sector que no está expandiendo el virus más que otros, si la sociedad no les puede compensar por ello? Y, ¿por qué cerrar la hostelería y no el comercio de ropa, o las grandes superficies que también hacen que la gente sale a la calle? Además, se leen comentarios en Twitter de iluminados que llevarán cotizadas dos semanas y ni un solo día en este sector diciendo "Pues que vendan para llevar", como si esa pudiera siquiera ser una pequeña solución para restaurantes y bares que viven de la experiencia que generan y de productos muy elaborados que no se llevan bien a casa. Esta crisis tan dura nos ha llevado a todos a pensar en nosotros mismos primero, y los demás nos dan igual. Para colmo los incompetentes que nos gobiernan nos intentan adoctrinar moralizando nuestra respuesta al COVID, el que se contagia es porque algo ha hecho mal, los brotes se dan porque la gente no cumple las restricciones, si cierran los bares será por algo también. Y esto hace que no veamos la realidad económica de un sector que agoniza, de millones de familias que están desesperadas a las que no se les está ofreciendo ninguna posibilidad. Un sector que nos mantuvo a flote tras la crisis de 2012, junto con el turismo, y que fue refugio de cientos de miles de desempleados que salieron de otros sectores como el de la construcción, al que le debemos un rescate, como se hizo con los bancos hace unos años ¿no?.

Hoy mismo publica La Verdad el cierre de una tasca mítica en nuestra ciudad, El Palomo, no han podido con esta tercera hola. Son solo un negocio de los cientos que bajarán la persiana de manera anónima. Una gran pena porque es un local mítico de la ciudad, pero sobre todo por la familia de José Luís y Gloria que afrontan esta época con gran incertidumbre. Os deseo mucha suerte. ¡Salud!

P.S. Para una lectura más profunda e interesante sobre la moralización de la respuesta a la COVID-19, aquí.

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