Tripel de Yakka.

Son tiempos extraños estos que vivimos. Tiempos de soledad y aislamiento. Tiempos en los que, si conseguimos dejar de lado las noticias, los bulos y los memes, podemos darnos el lujo de parar por completo y disfrutar con tranquilidad de alguno de los placeres efímeros e intensos que nos aguardan en cualquier rincón de nuestro obligado confinamiento. Una buena lectura, un disco clásico, un rato de silencio, o por qué no, una cerveza ceremoniosa, como lo es esta Yakka 340. Una Tripel murciana que con sus 9,3% de APV promete una experiencia intensa y vigorizante, ideal para bajar el ritmo en estos momentos turbulentos

En vaso tiene un aspecto entre pajizo y ambarino, algo turbia y con una cabeza  de espuma que pierde la fuerza pronto, pero que mantiene un halo en el borde de la copa que permanece durante toda la degustación y que deja estratos de encaje según la vamos apurando. En nariz es compleja, intensa y equilibrada, con un primer golpe más dulzón, seguido por notas algo más secas. Se notan caramelo, grano y miel, además del perfil cítrico y herbáceo de los lúpulos y la presencia de la levadura que le da a la cerveza un perfil especiado. En boca es intensa, con un perfil dulce pero no excesivo. Sabe a pan y caramelo, con toques de frutas blancas y cítricos, y sobre todo a especias como pimienta o clavo. Tiene un cuerpo relativamente ligero para ser una cerveza que sobrepasa los 9% APV, es cálida, y tiene un trago fácil gracias a su carbonatación, que está en su punto justo, hace la cerveza más bebible pero no llena la boca de burbuja. El final de esta cerveza es largo, seco, con un toque amargo y retrogusto de caramelo. Con una mordida alcohólica final que calienta, permanece en boca por unos segundos y acaba desvaneciéndose en un suspiro espirituoso.

Esta cerveza de Yakka engaña a la vista, con su color rubio y aspecto turbio esconde una combinación equilibrada de cítricos, fruta, especias y amargor herbáceo en una birra con un cuerpo suave y un final seco. Tiene una presencia perenne de caramelo y levadura que nos transportan al corazón de Bélgica. Es muy sabrosa y de trago fácil, con un final que nos recuerda que estamos ante una Tripel. Recomiendo consumir siempre en copa, no es una cerveza hecha para beber en pintas, y si puede ser sorbo a sorbo, dejando que alcance algo de temperatura para que su aroma saque todo su potencial. Una gran cerveza que alegra el espíritu, que no puede dejar indiferente a ningún cerveciáfilo.
Yo brindo con ella por todos nosotros, porque este confinamiento pase pronto y porque la birra vuelva a correr por los bares. ¡Salud!.

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