El mayor espectáculo del mundo.

Poco podrían imaginar el príncipe Ludwig I de Baviera y la princesa Teresa de Sajonia-Hildburghausen que la celebración de su boda en 1.810 iba a marcar el comienzo de la celebración del que es probablemente el festival popular más grande del mundo, el Oktoberfest. Desde aquel momento esta feria que se celebra en la ciudad de Múnich ha crecido sobrepasando la exorbitante cifra de los 6 millones de visitantes al año, y el nombre del festival está irremediablemente relacionado, como casi todo en Alemania, con la cerveza. Hoy en día es una exaltación de las tradiciones bávaras, de sus trajes regionales y recetas culinarias; es una feria en la que niños y adultos de todas las edades pueden disfrutar de lo lindo; y es sobre todo un lugar donde la cerveza, la cocina local y la música van unidas de la mano para llevar en volandas a los visitantes y hacerles cantar y levantar sus Mass en honor de los príncipes que lo iniciaron todo.
La Mass, o Maß en alemán, es la famosa jarra con la que todos los asistentes en las tiendas de la feria, o en los aledaños de las mismas, brindan sin parar durante los 16 o 18 días que dura el festival. Es una jarra de litro, a la que hay que respetar si uno quiere aguantar todo el día, se ve a gente intentando beber las jarras de un trago, pero esos aguantan poco. Y uno no viene hasta Múnich para aguantar poco.

Una vez dentro del recinto, llamado Theresienwiese, o simplemente Wiesn, los pantalones de cuero cortos, las camisas de cuadros, los vestido tradicionales bávaros, los carromatos tirados por Clydesdales transportando toneles de cerveza y sobre todo las hordas de gente que abarrotan las avenidas abarcan todo lo que se puede alcanzar a ver. Una mezcla de feria familiar, arquitectura tradicional bávara, grupos de extranjeros disfrazados de fiesta loca y muchos curiosos paseando y disfrutando del ambiente y del buen tiempo del final del verano.
Y todo es de un tamaño desproporcionado, las cervezas de un litro, las salchichas de medio metro, las atracciones más altas que uno imagina y jóvenes con borracheras tremendas a las 2 de la tarde. Las tiendas que se montan para el evento son espectaculares, hay 17 tiendas grandes y 21 pequeñas. Las tiendas grandes son auténticos edificios de madera que montan las semanas antes del festival y que tienen capacidad para varios miles de personas sentadas. Como ejemplo sirve esta Armbrustschützenzelt o Tienda del Arquero en la que caben casi 7.000 personas sentadas, esta edificación bien tiene pinta de ser una casa medieval de cualquier ciudad de centro Europa, pero su permanencia es efímera, en quince días comenzarán los trabajos de demolición por increíble que parezca al ver sus ventanas de madera y el detalle con el que se ha erigido. Otra muestra del derroche de Múnich en esta época del año. Derroche que comenzaron los mismos príncipes, invitando a su boda al pueblo, algo nunca visto con anterioridad. Pues bien, hoy en día es el propio pueblo el que busca sorprender a locales y turistas con su poderío y patrimonio, que muestran de manera espectacular.
Y dentro de las tiendas la fiesta se desata en todo su apogeo. Abarrotadas, con todas las mesas reservadas desde antes del comienzo del festival. Llenas de gente cantando y bebiendo, y con cientos de camareros y camareras que vuelan por los pasillos interiores, cargando más jarras en las manos de lo que dicta el sentido común, y que no dan abasto a servir a los sedientos. Está terminantemente prohibido ponerse de pie sobre las mesas, pero todo el mundo lo hace sobre los bancos, por supuesto para cantar y brindar, pero también para salir del agobio de una masa humana que en algunos momentos puede llegar a ser demasiado. No voy ahora a escribir una guía para sobrevivir dentro de las tiendas, eso requeriría un artículo aparte y ya hay muchos en la red, sólo remarcaré que cuando comienza a caer la tarde conseguir comida o bebida se puede convertir en misión casi imposible y uno ha de jugar sus cartas bien para conseguir que los camareros se acuerden de él o cae en el olvido durante horas. Estos son los momentos en los que la banda suena con toda su potencia, todo el mundo canta a pleno pulmón y uno acaba de pie hablando con desconocidos en diversos idiomas, compartiendo esas horas de locura colectiva que nos lleva en volandas mientras el cuerpo aguante.
Y cuanto el cuerpo ya no aguanta llega el momento de buscar la salida. Miles de personas arrastran los pies bajo la luna buscando el arco que dice Auf Wiedersehen! y que es en realidad un portal que les devuelve a la realidad. Realidad sobria, aburrida y silenciosa en comparación con lo vivido dentro del recinto y que permite reponer fuerzas para intentar, al día siguiente, volver a la carga y disfrutar al máximo de este festival que no volverá hasta dentro de un año.

Hablando puramente de cerveza el término Oktoberfest se refiere más a una denominación tradicional y comercial que a un estilo cervecero estricto. En Alemania sólo las cerveceras de Múnich pueden utilizar el término Oktoberfest en su denominación comercial, pero fuera de Alemania las cerveceras lo utilizan sin ningún tipo de restricción. Oktoberfest, Festbier, Märzen o Vienna son las diferentes denominaciones bajo las cuales podemos encontrar las cervezas que tradicionalmente se han asociado con el festival y que se caracterizan por tener mucho cuerpo, un aroma de cereal y galleta y un sabor ligeramente dulce de miel con notas de caramelo equilibrado con una nota final herbácea de lúpulo. Están elaboradas principalmente con malta Múnich o Viena y su color oscila entre el ambarino y anaranjado que aporta la malta Múnich hasta el color más pálido de las elaboradas con Viena. La graduación alcohólica de estas cervezas oscila entre los 5,8% y 6,3% y desde hace muchos años son la cerveza perfecta de transición entre las elaboraciones más ligeras del verano y las más densas y alcohólicas del invierno.

Estas cervezas tradicionalmente se elaboraban en marzo y maduraban en cuevas en las que la baja temperatura las redondeaba al gusto del público bávaro, aunque hoy en día ya no es así puesto que pocas cerveceras comerciales pueden permitirse el almacenar la cerveza en sus fermentadores durante seis meses. La tradición de elaborar cerveza en marzo está presente en Alemania desde hace mucho tiempo, en gran parte debido a la prohibición que imperó durante muchos años de elaborar cerveza en verano para evitar que ésta se estropeara. Es por ello que en el primer Oktoberfest se bebió cerveza Märzen, es decir elaborada en marzo, pero no la que conocemos ahora, probablemente se bebería la famosa Dunkel de Múnich, la favorita de la ciudad desde siempre. En la década de 1.840 el cervecero austríaco Anton Dreher creó un estilo en Viena utilizando la malta de ese mismo nombre que en seguida se hizo muy popular, tanto que unos años después la cervecera alemana Spaten, de la mano de su maestro cervecero Sedlmayer comercializó una versión de esta Viena utilizando malta Múnich y que llamaron comercialmente "Ur-Märzen" (Märzen original). Por tanto, durante las 50 primeras ediciones del Oktoberfest no se bebió esta cerveza. Festival y estilo que nacieron separados , pero que en la segunda mitad del siglo XIX se unieron para siempre.

La tradición dicta que solamente las cervezas elaboradas por las seis cerveceras que se encuentran dentro de los límites tradicionales de la ciudad de Múnich se pueden servir en el festival y se les llama  Wies'nbier, o cervezas del Wiesn. Augustiner, Hacker-Pschorr, Hofbräu, LöwenbräuPaulaner y Spaten son las encargadas de llenar las jarras del festival. Todas ellas cerveceras llenas de historia que están tan ligadas a la ciudad de Múnich que forman parte del patrimonio mismo de la capital bávara. Sólo un apunte para demostrar la solera de estas cerveceras. La más "joven" de las seis es Paulaner, que comenzó a hacer cerveza comercialmente en 1.634. Sí, hace casi 400 años.
Todas ellas son especiales, los lotes que elaboran para el Oktoberfest se presentan unas semanas antes del festival para crear expectación, y si uno quiere probar diferentes ha de moverse de tienda ya que por lo general en cada tienda sólo sirven una marca de cerveza.

El Oktoberfest es la fiesta del pueblo y la tradición bávara, una fiesta que comenzó con una boda y que fue especial porque el pueblo había sido invitado. Durante esas mismas fechas se celebran en otras ciudades bávaras Volkfests (festivales del pueblo), ferias similares en concepto pero mucho más pequeñas en las que las cerveceras locales, como Herrnbräu de Ingolsdtat, toman todo el protagonismo y en las que se puede observar cuál es el papel real de la cerveza en la tradición folclórica bávara. Ramilletes de flores de lúpulo en los estandartes de las asociaciones culturales, carromatos con toneles de cerveza desfilando por las calles y carpas en los recintos feriales en las que las gentes lo pasan bien en familia rodeados de buen ambiente y buena birra. Eso sí que es tradición. Y donde esté la tradición que se quiten las modas. Pocos bávaros conocen de milkshake IPAs o pastry stouts, y por ello algunos como Greg Koch pueden con arrogancia pensar que no están preparados para "el futuro de la birra". Pero para muchos alemanes el pasado y el futuro de la cerveza son lo mismo, buena cerveza. No les hace falta saber cuál es el estilo de moda, o ganar nuevas insignias en Untappd, les basta con saber que en cada biergarten pueden encontrar las cervezas de siempre, tan bien hechas, que conquistaron el mundo. Yo espero volver a beber con ellos, y con la colonia española que tan bien me ha tratado y que me ha ayudado con fotos e información, muchos años más. Con todos brindo.
                                                Prost!!

Comments

  1. Sin duda lo más recomendable para comer es el famoso pollo asado, de los mejores que han catado mi humilde paladar!

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